Todo comenzó con una mesa. Una mesa de comedor antigua que Kate Winslet (Reading, Inglaterra, 1975) compró a la familia Penrose. A su alrededor, tiempo atrás, se habían reunido artistas amigos del pintor surrealista Roland Penrose, y su compañera, la fotógrafa, modelo y reportera, Lee Miller. Ese mueble fue el improbable punto de partida de la obsesión de la intérprete británica por la figura de Miller, una mujer que vivió la vida en sus propios términos, desafiando todas las convenciones de la época y mostrando al mundo los horrores de la Segunda Guerra Mundial a través de una mirada diferente. De unos ojos de mujer. “Alguien que hasta ahora solo había sido vista desde un punto de vista machista, descrita como la musa de Man Ray, y que quise mostrar como quien fue, una mujer con sus imperfecciones que no dudó en ir al frente para documentar las atrocidades de la guerra y mostrarlas a otras mujeres”, resume convencida la actriz. Gracias a esa mesa, Winslet encontró un alma gemela que la embrujó durante casi una década.
“Lee se convirtió en un capítulo de mi vida, nada de curiosidad pasajera sino alguien con quien me identifiqué y que cobró una gran importancia para mí”, subraya. ¿Puntos en común? Muchos más de los que las ocho décadas que las separan podrían sugerir. “Me identifiqué con su fuerza, con su determinación, con alguien que hace 80 años ya redefinía lo que significa ser mujer. Sentí que íbamos de la mano en este proyecto”, confiesa.

Romper moldes
Desde que se dio a conocer en el cine, tímidamente con ‘Criaturas celestiales’ (1994) y ‘Sentido y sensibilidad’ (1995) y por todo lo alto con ‘Titanic’ (1997), Winslet también rompió moldes. Esta hija de actores procede de un hogar humilde, en ocasiones necesitados de ayuda para llegar a fin de mes, en una generación de intérpretes británicos salidos de las capas más altas. Y si llega a ser por su profesor de interpretación, Kate se habría quedado haciendo papeles de “chicas gorditas”, como le vaticinó en sus comienzos. Muy al contrario, Winslet cuenta con tres hijos y siete candidaturas al Oscar, incluida su victoria en 2009 con ‘El lector’, todo sin cambiar un cuerpo estándar en una era de modelos esqueléticas, bótox, dietas y Photoshop que ha aborrecido públicamente.