Levantamientos populares en Estados Unidos

El gobernador de California denuncia como “abuso de poder” el despliegue militar de Trump en Los Ángeles y critica con dureza la presencia de tropas en las calles mientras crece la tensión por las redadas migratorias. La alcaldesa Karen Bass impuso un toque de queda y California acudió a la justicia para frenar la militarización federal.

El gobernador de California, Gavin Newsom, condenó enérgicamente el despliegue militar ordenado por el presidente Donald Trump en Los Ángeles, calificándolo como un “descarado abuso de poder”. La declaración fue transmitida el martes en un discurso televisado, pocas horas antes de que entrara en vigor un toque de queda nocturno decretado por la alcaldesa Karen Bass en el centro de la ciudad, zona donde se han registrado enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad durante varios días.

La acción del gobierno federal se da en medio de una creciente ola de indignación por las redadas de inmigración llevadas a cabo en centros de trabajo, operaciones que han sido acompañadas por tropas de la Guardia Nacional. A pesar de los esfuerzos del estado para frenar esta medida con una orden judicial de emergencia —limitando la presencia militar a la protección de edificios federales—, los operativos se han extendido por varios sectores de la ciudad.

“Trump no busca proteger la ley, busca silenciar la protesta legítima”, advirtió Newsom, mientras la administración federal negociaba nuevos despliegues militares en otras ciudades del país. El propio presidente se refirió a la situación durante un encuentro con tropas en Carolina del Norte, donde calificó a Los Ángeles como un “basurero” y prometió “liberarla”.

El martes por la noche, el despliegue ya contaba con unos 5.000 efectivos de la Guardia Nacional y de la Infantería de Marina, según fuentes oficiales. En paralelo, el gobierno estatal presentó una demanda para limitar el uso federal de estas tropas, al considerar que se vulnera la autoridad estatal sobre su Guardia Nacional.

En otras ciudades, las protestas cobraron fuerza e intensidad. En Chicago, manifestantes lanzaron botellas de agua a la policía y vandalizaron vehículos; en Nueva York, hubo arrestos cerca de edificios federales en el Bajo Manhattan; y en Atlanta, agentes utilizaron gas y fuerza física para desalojar manifestantes de una autopista.

Hasta ahora, se han producido cientos de arrestos en al menos cinco ciudades: más de 330 en Los Ángeles, más de 240 en San Francisco y al menos una docena en Austin, Texas.

Las protestas se han desarrollado mayoritariamente en zonas concentradas, pero los enfrentamientos con las autoridades han encendido las alertas en todo el país. A esto se suma una ola de desinformación en redes sociales, con imágenes fuera de contexto y teorías conspirativas que buscan avivar tensiones y justificar las acciones del ejecutivo federal.

El jueves se llevará a cabo una audiencia en un tribunal federal de California para definir si se restringe el uso de tropas en Los Ángeles exclusivamente a la protección de propiedad federal. Mientras tanto, el presidente Trump advirtió que quienes protesten durante el desfile militar del próximo sábado en Washington “se enfrentarán a un uso desproporcionado de la fuerza”, en una declaración que ha sido interpretada como una amenaza directa a la protesta pacífica.

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