El cultivo insignia del país aportó más de una tercera parte al crecimiento del sector agrícola en el primer trimestre del año, en medio de una expansión del PIB de 2,7 %. Aunque las lluvias afectaron la producción de abril, los indicadores de cosecha, valor y exportaciones muestran una notable recuperación del café colombiano, que no registraba cifras tan altas desde hace más de tres décadas. La caficultura, motor de desarrollo rural, vuelve a ocupar un lugar central en la economía nacional, mientras enfrenta retos climáticos y estructurales que pondrán a prueba su resiliencia en el segundo semestre.
Como en sus mejores épocas, el café colombiano recobró fuerza y volvió a posicionarse como protagonista del crecimiento económico nacional. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), el Producto Interno Bruto (PIB) del país creció 2,7 % durante el primer trimestre de 2025, impulsado especialmente por el sector de agricultura, ganadería, pesca y caza, que registró un destacado avance del 7,1 %. En este repunte, el café tuvo un papel clave, aportando un notable 31,3 % al crecimiento agrícola.
Este renacer del grano no solo es un impulso macroeconómico, sino también un aliciente para las más de 550.000 familias que dependen de la caficultura en Colombia. El auge del sector revitaliza las economías rurales, genera empleo y refuerza la importancia estratégica del campo colombiano. Autoridades del sector han asegurado que seguirán trabajando para mantener al café como un motor de bienestar y desarrollo.
Sin embargo, no todo ha sido favorable. La Federación Nacional de Cafeteros (FNC) advirtió que las fuertes lluvias de abril afectaron la producción mensual, que cayó 5 % respecto al mismo mes del año anterior, con una cosecha de 703.000 sacos. Según Germán Bahamón, gerente de la FNC, las precipitaciones registraron excesos superiores al 90 % en comparación con los promedios históricos, lo que ha dificultado la maduración del grano y podría afectar también la cosecha del segundo semestre, particularmente entre octubre y diciembre.
Las zonas más golpeadas por el invierno incluyen los departamentos de Nariño, Cauca y Huila, donde incluso se han reportado deslizamientos que han afectado a más de mil familias caficultoras. La Federación ha desplegado acciones de acompañamiento técnico en las regiones comprometidas, mientras monitorea con preocupación los efectos que podría tener el clima en los próximos meses.
Aun así, el balance general del café colombiano en lo corrido del año es positivo. Entre octubre de 2024 y abril de 2025, la cosecha alcanzó los 9,3 millones de sacos, con un crecimiento del 31 % en comparación con el mismo periodo anterior. Además, en los últimos 12 meses móviles se produjeron 14,9 millones de sacos, una cifra que no se veía desde 1992. Este repunte ha sido impulsado tanto por el volumen como por el precio internacional del grano.
En términos de valor, la cosecha anual alcanzó los 21 billones de pesos, equivalentes a unos 3.695 millones de dólares, según estimaciones de la FNC. Esta cifra fue impulsada por un precio internacional récord: en noviembre de 2024, la libra de café arábica alcanzó los 3,20 dólares en la Bolsa de Nueva York, su nivel más alto desde 1977, en medio de la preocupación por la sequía que afecta la producción en Brasil.
El comercio exterior también refleja este buen momento. Las exportaciones de café colombiano crecieron 16 % en lo que va del año, y alcanzaron 12,9 millones de sacos exportados en los últimos 12 meses, por un valor total de 4.644 millones de dólares, llegando a más de 100 países. En contraste, las importaciones de café hacia Colombia cayeron un 57 %, con 583.000 sacos ingresados en el mismo periodo.
Con estos resultados, el café reafirma su papel como columna vertebral del agro colombiano y símbolo de la resiliencia del país rural. Sin embargo, los retos climáticos y estructurales siguen latentes. La consolidación de este nuevo ciclo de bonanza dependerá de la capacidad del sector para adaptarse al cambio climático, mantener la productividad y garantizar la sostenibilidad de una actividad que sigue siendo fundamental para el desarrollo del país.