Trump

Trump y su “circo económico”

Donald Trump ha configurado su equipo económico con una premisa clara, fidelidad absoluta.

A lo largo de su segundo mandato, el presidente de Estados Unidos ha rodeado su estrategia económica de un grupo de millonarios cuya principal virtud parece ser la devoción incuestionable.
 
Expertos de trayectoria variada —desde gestores de fondos hasta halcones del proteccionismo—, todos comparten una regla tácita, jamás llevarle la contraria en público.
 
Uno de los nombres más pintorescos es Peter Navarro, radical anti-China y artífice de las guerras comerciales. Su alter ego ficticio, Ron Vara, le servía como “fuente académica” en sus publicaciones. Navarro incluso prefirió la cárcel antes que testificar por el asalto al Capitolio. Otro es Scott Bessent, secretario del Tesoro y hombre de confianza en Wall Street, aunque con escaso éxito en frenar los impulsos arancelarios de Trump, quien lo desmintió públicamente tras un desplome bursátil.
 
En Comercio, Howard Lutnick carga con el peso de una tragedia personal tras perder a cientos de empleados en los atentados del 11-S. Designado por su cercanía con Musk y su fortuna, ha tenido dificultades para vender el proteccionismo trumpista al empresariado. A su lado, Stephen Miran, ideólogo del “cambio generacional” del sistema comercial, propone que el mundo pague a EE UU por liderarlo, incluso con cheques al Tesoro.
Completa el círculo Kevin Hassett, que pasó de fallidos modelos pandémicos a justificar el mayor aumento fiscal en forma de aranceles, y Jamieson Greer, técnico sin peso político que encarna el perfil del asesor decorativo.
 
El equipo refleja un gobierno donde el culto a la personalidad pesa más que el criterio técnico. Como apuntó el New York Times, “si contratas payasos, esperas un circo”. Y en el show económico de Trump, la lealtad es el único boleto de entrada.

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