China inaugura ruta marítima entre Nansha y Chancay para competir con el Canal de Panamá y consolidar dominio en el Pacífico

Pekín lanza su ofensiva comercial en América Latina con una nueva conexión directa entre su puerto más grande y el megapuerto peruano de Chancay. La estrategia busca reducir costos, evitar el Canal de Panamá y conectar Brasil mediante un corredor bioceánico ferroviario.

Mientras el mundo observa con atención la disputa geopolítica y económica que se cierne sobre el Canal de Panamá, China mueve sus fichas en silencio y con precisión quirúrgica. En un nuevo paso para reconfigurar el comercio global, el gobierno de Xi Jinping inauguró esta semana una ruta marítima directa entre el puerto de Nansha —el más grande del país asiático, ubicado en Guangzhou— y el megapuerto de Chancay, en Perú, cuya operación inició en noviembre de 2024.

El primer barco en recorrer esta nueva vía fue el Cosco Volga, un buque de bandera china que zarpó con 400 contenedores rumbo a las costas peruanas. Según datos oficiales difundidos por la cadena estatal CCTV, la nueva ruta permitirá reducir en cerca de 30 días los tiempos de navegación entre Asia y Sudamérica, y abaratar hasta en un 20% los costos logísticos. Un golpe directo al corazón del Canal de Panamá, cuyo atractivo estratégico se debilita para las rutas del Pacífico.

El movimiento se produce en medio del repliegue chino en el istmo centroamericano, donde la compañía hongkonesa CK Hutchison Holding vendió su participación en dos puertos claves del Canal a un consorcio liderado por la estadounidense Blackrock. Aunque Pekín no ha aprobado dicha operación, y ha iniciado un proceso judicial por presunta violación de leyes antimonopolio, algunos analistas sostienen que el gigante asiático ya tenía lista su jugada de respaldo: consolidar a Chancay como epicentro del comercio transpacífico.

Durante la inauguración del puerto en noviembre pasado, el presidente Xi Jinping fue claro:

“hay que derribar los muros que impiden el flujo del comercio”.

Chancay se proyecta como el puerto más moderno de Sudamérica, con tecnología de punta y una infraestructura capaz de manejar millones de toneladas de mercancías en tiempo récord. “Es una apuesta estratégica para dominar el Pacífico suramericano”, afirma Robert Evan Ellis, analista del Instituto de Estudios Estratégicos del Ejército de EE.UU.

Pero China no se detiene ahí. En paralelo a la apertura de esta nueva ruta, Pekín negocia con Brasil la creación de un “Corredor Bioceánico”: una vía ferroviaria que conecte el corazón del país sudamericano con el puerto de Chancay, permitiendo exportar commodities como mineral de hierro o cereales hacia Asia sin pasar por el Canal de Panamá ni por el Cabo de Buena Esperanza.

Este megaproyecto ferroviario representa una promesa de integración logística sin precedentes, especialmente para Brasil, cuya economía se beneficiaría de menores costos de flete. “El ahorro puede oscilar entre 5 y 10 dólares por tonelada exportada”, asegura Joel Grau, exdirectivo de Clarksons y JP Morgan. El volumen del comercio entre China y América Latina ya supera los 500.000 millones de dólares anuales, y esta iniciativa podría multiplicarlo en la próxima década.

Mientras Estados Unidos refuerza su presencia en el Canal de Panamá, China apuesta por redes alternas, puertos propios y alianzas con los gigantes latinoamericanos. Chancay no es solo un puerto: es la pieza clave de un nuevo tablero geoeconómico en plena construcción.

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