La Central Unitaria de Trabajadores (CUT) presentó su Plan de Acción para la gran jornada de movilización del 11 de junio de 2025, en defensa de las reformas sociales, la democracia participativa y el derecho a la protesta.
La convocatoria, aprobada en su Comité Ejecutivo el pasado 3 de junio, se fundamenta en el rechazo a lo que consideran una “desfachatez del Congreso de la República” al bloquear las reformas laborales y sociales impulsadas desde el Gobierno Nacional.
El objetivo de esta movilización es claro, fortalecer la unidad del movimiento sindical y social, exigir el avance de las reformas del cambio y respaldar una Consulta Popular que devuelva la palabra al pueblo colombiano en temas fundamentales para el trabajo digno, la educación, la salud y la protección social.
El plan contempla acciones en Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga y Barranquilla, como epicentros de movilización. También se realizarán caravanas desde los departamentos cercanos, marchas simbólicas con sombrillas decoradas, actividades culturales y artísticas, cadenas humanas y campañas masivas de comunicación tanto digital como territorial.
Además de la movilización en sí, el plan incluye una ofensiva pedagógica y comunicacional para explicar de forma sencilla la relevancia de la Consulta Popular.
Se usarán redes sociales, emisoras comunitarias, afiches, volantes y contenido en video para ampliar el alcance del mensaje. Frases como “¡Sin consulta popular no hay dignidad en el trabajo!” o “¡Si nos niegan el derecho a decidir, nos vamos a la calle!” guiarán la campaña.
La CUT también denuncia la no expedición de los decretos de aumento salarial pactados para los servidores públicos.
Esta movilización se perfila como una gran jornada en defensa de los derechos. Los trabajadores y diversos sectores sociales están listos para ocupar las calles y recordarle al país que la democracia también se ejerce movilizándose.
SI a la dignidad NO al despojo. El Congreso legisla contra el trabajo.
En un país donde más del 50 % de los trabajadores vive en la informalidad y más del 60 % de los empleos no garantizan condiciones mínimas de dignidad, que el Senado colombiano apruebe en Comisión IV una contrarreforma laboral regresiva no es solo un error político, es una traición histórica a la clase trabajadora.
El pronunciamiento unitario de las centrales obreras (CUT, CGT, CPC, CDP y Fecode) desnuda con contundencia la naturaleza de esta propuesta, redactada a la medida del empresariado, diseñada para precarizar, debilitar y desproteger a quienes sostienen con su esfuerzo diario el funcionamiento de este país.
Legalizar el trabajo por horas —eliminar el salario mínimo mensual, desarticular las prestaciones socia- les y promover la pobreza laboral— no es modernización, es explotación maquillada.
Ampliar los períodos de prueba, desmontar la estabilidad laboral reforzada para madres gestantes, personas con discapacidad o líderes sindicales, no es eficiencia, es desprotección institucionalizada.
Y reintroducir los pactos colectivos como herramienta antisindical es una afrenta directa al derecho de asociación y negociación colectiva.
Lo que se cocina en el Congreso no es una reforma, es una regresión de medio siglo en derechos laborales.
Es reinstaurar un modelo en que los trabajadores están solos frente al poder patronal, y donde
el Estado abdica de su papel garante para transformarse en facilitador de la inequidad.
Frente a este atropello, las organizaciones sindicales hacen lo correcto, convocar a la unidad y
a la movilización, porque los derechos no se suplican, se conquistan y se defienden. En tiempos donde el capital financiero compra legisladores y medios, la calle vuelve a ser el lugar donde se decide el rumbo del país.
La contrarreforma es el síntoma. Pero el problema de fon- do es un modelo político secuestrado por intereses privados que legisla contra el pueblo. Por eso, no basta con frenar esta ley, hay que construir una correlación de fuerzas nueva, donde el trabajo valga más que el dividendo,
y la justicia social pese más que las utilidades.
Hoy más que nunca: no al trabajo por horas. No a la precarización. No a la servidumbre moderna disfrazada de flexibilidad.