El rostro joven de la derecha tradicional se convierte en llamado a la unidad nacional contra la violencia política.
El precandidato presidencial del Centro Democrático fue atacado a tiros por un menor de 15 años. Su pronóstico médico es reservado y la conmoción política crece dentro y fuera del país.
El senador y precandidato presidencial colombiano Miguel Uribe Turbay, de 39 años, fue víctima de un atentado este sábado 7 de junio en Bogotá, mientras participaba en una reunión política en el barrio Modelia.
El ataque estremece al país y reabre heridas del pasado, cuando la violencia política cobró la vida de varios candidatos presidenciales entre las décadas de 1980 y 1990.
El senador del partido Centro Democrático, fundado por el expresidente Álvaro Uribe Vélez, fue herido de bala en la cabeza y una pierna por un adolescente de 15 años, quien fue capturado en el lugar del ataque. Uribe Turbay fue atendido inicialmente en una clínica del sur de la capital y luego trasladado a la Fundación Santa Fe para una intervención quirúrgica de emergencia. Según el parte médico, fue sometido a procedimientos “neuroquirúrgico y vascular periférico”, y su estado continúa siendo “de máxima gravedad”, con pronóstico reservado.
Un niño es quien dispara
La Fiscalía confirmó que el atacante portaba una pistola Glock 9 milímetros y que también resultó herido al intentar huir, siendo posteriormente atendido en la Clínica Colombia. Las autoridades han reforzado la seguridad en torno a figuras políticas y la investigación sigue en marcha para esclarecer si hubo instigadores detrás del hecho.
Dolor de patria
El atentado causó rechazo inmediato y generalizado en la clase política. El presidente Gustavo Petro aseguró que el ataque representa “un día de dolor de la nación” y exigió esclarecer no solo la autoría material, sino también a los posibles responsables intelectuales.
Desde todos los sectores, líderes políticos y sociales han expresado su condena al atentado, algunos recordando los crímenes de figuras como Jaime Pardo Leal, Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro, Bernardo Jaramillo y Álvaro Gómez Hurtado.
Colombia enfrenta hoy el desafío de evitar que esta tragedia sea el inicio de un nuevo ciclo de violencia electoral. Las próximas horas serán decisivas para el futuro de Uribe Turbay, y para la salud de la democracia en el país.
Miguel Uribe Turbay
Hijo de la periodista Diana Turbay, asesinada en 1991 tras un intento de rescate durante su secuestro por el cartel de Medellín, y nieto del expresidente liberal Julio César Turbay Ayala, Miguel Uribe Turbay representa no solo una figura en ascenso dentro de la oposición colombiana, sino un símbolo de resiliencia frente a la violencia que ha marcado la historia del país.
Su vida, atravesada desde temprano por la violencia, ha influido en el tono firme y con-servador que ha caracterizado su carrera política.
Formado como abogado en la Universidad de Los Andes, con una maestría en Administración Pública de la Universidad de Harvard, inició su carrera política como concejal de Bogotá a los 25 años por el Partido Liberal. Desde entonces, su oposición al entonces alcalde Gusta-vo Petro lo consolidó como una figura emergente de la derecha capitalina.
En 2016 fue nombrado secretario de Gobierno por el alcalde Enrique Peñalosa, desde don-de logró articular importantes mayorías para sacar adelante proyectos como la financiación de la primera línea del metro de Bogotá.
En 2019 se lanzó como candidato a la Alcaldía de Bogotá, respaldado por una coalición que incluía a los partidos Liberal, Conservador y Centro Democrático. Aunque no resultó electo, su visibilidad creció y fue acogido por el uribismo, que lo convirtió en cabeza de lista al Senado para las elecciones de 2022. Allí obtuvo la mayor votación de su bancada, fortaleciendo su perfil dentro de la oposición.
Desde el Congreso, Uribe Turbay se ha consolidado como opositor al gobierno de Gustavo Petro, en particular contra su política de “paz total” y sus reformas sociales.
En octubre de 2024 anunció oficialmente su precandidatura presidencial, destacando su defensa de la seguridad, el orden institucional y la economía de mercado.