Por: Horacio Duque
Como lo han repetido hasta el cansancio las luminarias periodísticas de la ultraderecha, desde hace casi 50 años -desde el gran Paro cívico nacional de 1977-, la huelga y el paro del pasado 28 y 29 de mayo, contra la reforma laboral neoliberal de la ultraderecha fue un fracaso y representó la bancarrota definitiva de la acción colectiva de los movimientos sociales. Tal letanía se ha propagado sin límites para descalificar las grandes movilizaciones registradas en Colombia desde el 2011, como el paro estudiantil universitario; las huelgas campesinas del 2013 (que Juan Manuel Santos desconoció diciendo que “el tal paro no existió”); las masivas movilizaciones por la paz en el 2016; las gigantescas jornadas antineoliberales de los años 2019 y 2020; y el “estallido social de abril del 2021.
La huelga y el paro de la semana anterior fue contundente y expresión de la potencia del bloque popular en favor de una reforma laboral avanzada y de la realización de la Consulta Popular para consolidar las reformas sociales, que son bloqueadas institucionalmente por las camarillas oligárquicas en el Senado de la república, por las cortes judiciales, por los gremios empresariales y por la prensa corporativa reaccionaria.
La gran prensa del establecimiento está celebrando un supuesto fracaso de la acción de masas. Se montaron en la idea de que el país se incendiaría por cuenta de la convocatoria del presidente Petro, pero se encontraron con la movilización y la protesta pacífica de millones de ciudadanos, que fueron sometidos a la represión violenta por parte del alcalde de Bogotá, el señor Galán, quien descargó toda la arbitrariedad policial en los jóvenes de las zonas periféricas de la capital de la república, donde los agentes encubiertos de la policía Metropolitana se infiltraron para provocar el caos con el saqueo de los supermercados y centros comerciales (En la Localidad de Usme y en el portal de las Américas). Además, de orquestar una pieza mediática y judicial contra el presidente de la Central Unitaria de los Trabajadores CUT, el compañero Fabio Arias. Los escenarios apocalípticos de destrucción del país que esperaban los opositores de la ultraderecha para condenar al presidente Petro de incendiar a Colombia no se vieron por ningún lado. La calle fue una manifestación de fortaleza ciudadana, a pesar de la cruel y bárbara represión ordenada por los alcaldes y acatada por cuerpos policiales y militares contrainsurgentes.
Las masas populares respondieron con su presencia multitudinaria en las calles de toda la nación al fraude que hundió la consulta popular en el Senado el pasado 14 de mayo.
Las mafias de la ultraderecha se han montado sobre una fantasía y pretenden hacer creer que la reforma laboral neoliberal 2.0 aprobada en la Comisión 4 del Senado, tiene el consenso de los trabajadores. Juegan a la desmovilización y a la división del pueblo con las pildoritas edulcoradas de un régimen laboral al que todos los días se le ven las costuras, tal como lo ha denunciado el Comando Nacional Unitario conformado por la CUT, la CGT, el CPC y el CDP, que ha manifestado no pedir cualquier reforma laboral, pues exigen que una reforma justa recupere los derechos que les fueron arrebatados por la Ley 50 de 1990 de Cesar Gaviria y por la ley 789 del 2002 de Uribe Vélez en pleno apogeo del neoliberalismo.
Con la convicción que le caracteriza, el presidente Petro ha dicho que esta reforma laboral que se tramita a las volandas por los senadores de la cuerda del gran capital “no es mi reforma laboral, contiene partes, pero le agregaron un artículo que la derriba toda: la contratación por horas, que hace inocuo el salario mínimo, la jornada diaria de 8 horas, las horas extras, y sobre todo la estabilidad laboral. El trabajo por horas es un mayor retroceso que los contratos basura y la ley 50, juntas. El contrato por horas es una propuesta de Duque que el pasado Congreso no quiso aprobar. La reforma laboral se convierte con ese artículo en una verdadera contrarreforma de las más atrasadas de las que se han visto” (Ver https://x.com/petrogustavo/status/1929542478161424536?t=XeBpxSvRlq1lhp5PA8mUcg&s=08 ).
Con esta afirmación, el presidente lo que hace es recoger la protesta indignada del Comando de Paro Unificado que ha hecho una glosa de 12 puntos al “paquetazo” (78 artículos) de la senadora Verde, Angelica Lozano, encargada por el gran empresariado de hacer el montaje respectivo para maquillar el nuevo régimen salarial esclavista que se pretende entronizar con mentiras y manipulación mediática.
Las Centrales obreras plantean con fuerza critica que esa reforma laboral es regresiva, peligrosa e inaceptable por las siguientes razones:
Primero. El trabajo por horas elimina el salario mínimo: un trabajador o trabajadora por horas no lograra juntar ingresos mínimos de subsistencia. Debilita la seguridad social. Acaba con la estabilidad laboral. Elimina las vacaciones. Es la perdida definitiva del pago anticipado de primas y cesantías. En suma, el contrato por horas es el esclavismo.
Segundo. Recorta los tipos de estabilidad laboral reforzada.
Tercero. Crea una jornada laboral para evitar el pago de horas extras, al permitir jornadas mayores de 8 horas como ordinarias.
Cuarto. Niega la laboralidad del contrato de aprendizaje y exime a las grandes empresas de pagar cuota de monetización.
Quinto. Promueva la tercerización laboral.
Sexto. Borra el aumento de la licencia de paternidad.
Séptimo. Niega la formalización de miles de trabajadores de la salud.
Octavo. Elimina la posibilidad de contratos realmente indefinidos de trabajadores oficiales que se propone en la reforma progresista, al no eliminar la figura del plazo presuntivo, que son contratos fijos de seis meses.
Noveno. Debilita la defensa de los trabajadores en procesos disciplinarios en las empresas.
Decimo. Revive el nefasto piso de Protección social.
Once. Mantiene los pactos colectivos.
Doce. Se amplían los contratos a termino fijo a 5 años, lo cual constituye una burla al contrato a término indefinido.
Al contrario de la propuesta laboral de la ultraderecha, la ley del presidente Petro se propone mejorar las condiciones de la clase obrera colombiana y resolver la desigualdad histórica. Entre los puntos centrales de la reforma de Petro se encuentran la definición de contratos de duración indefinida como regla general, los demás deben justificarse caso por caso y por períodos limitados; la reducción progresiva de la semana laboral de 48 a 42 horas sin afectar los salarios y aceptación de la jornada laboral de 8 horas, y el incremento progresivo del salario por el trabajo realizado en días de descanso obligatorio y festivos.
También, se garantiza la afiliación a la seguridad social para los trabajadores de plataformas digitales, además de un salario mínimo garantizado, se propicia la creación de sindicatos y el fortalecimiento de los existentes y se agregan medidas que dificulten los despidos injustificados.
Durante la huelga nacional de la semana pasada, el presidente dio un paso muy importante al anticiparse a uno de los puntos centrales de la reforma laboral, con el Decreto 0586 del 28 de mayo de 2025, que formaliza el trabajo de las “madres comunitarias” que prestan sus servicios al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).
Este decreto reconoce el trabajo de miles de mujeres que a lo largo de muchos años se han encargado del cuidado de la primera infancia en condiciones de precariedad, e implica un acto de justicia al reivindicar una labor históricamente desconocida.
Para el 11 de junio las centrales han convocado a una nueva jornada de movilizaciones con Cabildos abiertos, marchas, manifestaciones y plantones con el objetivo de respaldar la Consulta popular laboral que debe ser convocada en los términos ordenados por la ley que ha sido sometida al grotesco fraude impulsado por el actual presidente del Senado, el señor Efraín Cepeda.