Francia Márquez, Gustavo Bolívar, Susana Muhamad y otros referentes del progresismo han tomado distancia del presidente. Detrás de las fracturas, un estilo de liderazgo personalista y una apuesta por alianzas más pragmáticas.
Aunque el presidente Gustavo Petro ha cimentado su trayectoria en alianzas políticas, discursos de cambio estructural y promesas de trabajo colectivo, también ha mostrado una tendencia recurrente a alejarse de quienes han sido sus aliados más cercanos.
En los últimos meses, figuras del progresismo como Francia Márquez, Gustavo Bolívar, Susana Muhamad y Alexander López se han distanciado del mandatario, alimentando la percepción de un liderazgo que prioriza la táctica sobre los vínculos duraderos.
El caso más visible es el de su fórmula vicepresidencial. Márquez, símbolo de una política incluyente y de base, denunció recientemente haber sido marginada dentro del Ejecutivo. Aseguró estar sin presupuesto para ejecutar sus funciones y acusó al gobierno de prácticas de “racismo y patriarcado”. Aunque no ha formalizado su ruptura con Petro, su distanciamiento es evidente y creciente.
Situación similar vivió Gustavo Bolívar, uno de sus escuderos políticos más leales. Tras su breve paso como director del Departamento de Prosperidad Social (DPS), fue retirado en medio de tensiones no resueltas. La frase del presidente, “el que renunció, renunció”, marcó un cierre abrupto a una relación construida sobre años de cercanía y defensa pública mutua.
Susana Muhamad, reconocida por su trabajo como ministra de Ambiente, también se vio desplazada sin explicaciones tras haber sido considerada para dirigir el Departamento Nacional de Planeación. A ella se suman otros nombres como Patricia Ariza, Ángela María Buitrago, Luis Carlos Reyes, Jorge Rojas y Álvaro Leyva, todos salidos del gabinete en medio de diferencias políticas, tensiones personales o decisiones inesperadas.
Un estilo personalista y un giro pragmático
El patrón de estas rupturas revela un estilo de liderazgo centrado en la figura del presidente, más enfocado en la lealtad táctica que en compromisos programáticos sostenidos. Petro ha optado por alejarse de los sectores más ideológicos del Pacto Histórico, aquellos ligados a los movimientos sociales y a la deliberación comunitaria, para rodearse de operadores políticos con mayor pragmatismo, como Armando Benedetti.
Este giro responde no solo a disputas internas, sino a un objetivo estratégico, consolidar una candidatura viable para 2026. Petro sabe que su capital político por sí solo no basta y ha comenzado a ceder espacios a sectores de la política tradicional para ampliar sus alianzas, aunque ello implique sacrificar coherencia interna y relaciones históricas.
Un patrón que se repite
La historia política de Petro está marcada por distanciamientos notables: Carlos Gaviria en el Polo Democrático, Antonio Navarro en Bogotá Humana, Piedad Córdoba en los inicios del Pacto Histórico. Algunos aliados dejaron de hablarle. A otros los cuestionó públicamente. Rodrigo Londoño, del Partido Comunes, lo resume en una frase: “Petro es Petro”.
Las cifras reflejan este patrón, en menos de tres años de gobierno, han pasado por la administración 54 ministros y 130 viceministros.