Israel en nueva invasión a Gaza con intención de ocupar territorios de forma permanente

El ejército israelí confirmó el inicio de una ofensiva a gran escala en el norte de la Franja como parte de la operación "Carros de Gedeón", en medio de una campaña que ha dejado más de 400 muertos en solo tres días, la mayoría mujeres y niños. El gobierno de Netanyahu abandona el modelo de incursiones para implementar una estrategia de ocupación prolongada, lo que ha provocado un nuevo éxodo de 300.000 palestinos y ha agravado la ya catastrófica situación humanitaria en el enclave. Mientras tanto, Israel y Hamás siguen negociando en Doha bajo creciente presión internacional.

La guerra en Gaza ha entrado en una nueva y peligrosa fase. Este sábado, el ejército de Israel confirmó el inicio de una nueva invasión terrestre en el norte del enclave palestino, con el objetivo de ocupar territorios de forma permanente como parte de la operación “Carros de Gedeón”. Esta ofensiva marca un giro estratégico: ya no se trata de incursiones puntuales, sino de una ocupación sostenida, según lo anunciado por el primer ministro Benjamín Netanyahu, quien afirmó que se abandonará el método de “incursiones” para pasar a una “conquista de territorios”.

En apenas tres días, más de 400 personas han muerto en Gaza, 200 de ellas en las últimas 24 horas, según cifras del Gobierno de Hamás. La mayoría de las víctimas, reportadas por fuentes médicas locales, son mujeres y niños. Bombardeos masivos han golpeado escuelas, hospitales, edificios residenciales y campos de refugiados como el de Yabalia, donde tanques israelíes incluso rodearon y atacaron una escuela que albergaba a decenas de familias desplazadas.

Las fuerzas israelíes han entrado en al menos tres puntos del norte de Gaza: el este de Yabalia, Beit Lahia y otra zona del noroeste. Desde allí avanzan hacia el centro del enclave, concretamente a Deir al Balah, en medio del estruendo de bombardeos ininterrumpidos. También se han reportado ataques contra los hospitales Awda e Indonesio, lo que ha elevado aún más la preocupación por la seguridad del personal médico y los pacientes.

El nuevo operativo militar ha provocado un desplazamiento masivo: más de 300.000 palestinos se han visto obligados a huir hacia el sur de la Franja, según la oficina de medios de Hamás. Muchos de ellos recibieron octavillas lanzadas desde el aire por el ejército israelí, advirtiendo que se encontraban en “zona de combate” y exigiendo su evacuación inmediata. Sin embargo, el sur tampoco garantiza seguridad ni acceso a recursos básicos.


La situación humanitaria es crítica. Desde hace más de dos meses, la entrada de ayuda humanitaria está completamente bloqueada por Israel, lo que ha llevado a la población gazatí al borde de la hambruna. Faltan alimentos, combustible y medicamentos, y la infraestructura civil está prácticamente colapsada. La ONU y varias organizaciones humanitarias han denunciado el deterioro extremo de las condiciones de vida, que podrían desembocar en una tragedia aún mayor.

Mientras tanto, las negociaciones entre Israel y Hamás continúan en Doha. Aunque Tel Aviv asegura que la presión militar ha llevado a Hamás de vuelta a la mesa de diálogo, fuentes del grupo palestino niegan haberla abandonado. Se discute, según medios regionales, un posible alto el fuego de dos meses que podría allanar el camino hacia una tregua permanente. Sin embargo, Netanyahu ha reiterado que no detendrá la ofensiva ni siquiera si se liberan los 58 rehenes que aún permanecen en poder de Hamás, muchos de ellos presumiblemente fallecidos.

La ofensiva ha despertado reacciones internacionales. El presidente del Consejo Europeo, António Costa, criticó el uso “desproporcionado” de la fuerza por parte de Israel, mientras que el ministro de Exteriores de Italia, Antonio Tajani, instó a alcanzar un alto el fuego. Alemania expresó su “profunda preocupación”, y desde Bagdad, los países de la Liga Árabe pidieron el fin del derramamiento de sangre. En ese mismo foro, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, anunció que propondrá a la ONU que el Tribunal Internacional de Justicia se pronuncie sobre el bloqueo israelí a Gaza: “Palestina se desangra”, declaró.

La nueva invasión coincide con la implementación de un controvertido plan israelí-estadounidense para militarizar la distribución de ayuda humanitaria. Según ese esquema, soldados israelíes controlarán con datos biométricos el acceso a cuatro puntos de distribución, gestionados por una oscura organización privada llamada Gaza Humanitarian Foundation y operados bajo vigilancia de contratistas de seguridad estadounidenses. Las ONG y la ONU ya han rechazado esta propuesta, que apenas permitiría la entrada diaria de 60 camiones con alimentos, el 10 % de lo que se autorizaba durante la tregua, y que solo alcanzaría a 1,2 millones de los 2,1 millones de habitantes de Gaza.

A 19 meses del inicio de la guerra, la cifra de muertos en Gaza supera ya los 53.300, y el conflicto entra en una fase cada vez más oscura. Mientras Israel busca una “victoria total”, crecen las voces que denuncian la magnitud del sufrimiento civil y la falta de una salida política a una tragedia que parece no tener fin.

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