El presidente Gustavo Petro anunció la suspensión de los diálogos de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) tras los recientes enfrentamientos entre este grupo guerrillero y las disidencias de las FARC en el Catatumbo. Los combates, que comenzaron el pasado 16 de enero, han dejado un saldo de al menos 30 muertos, incluyendo cinco firmantes del Acuerdo de Paz de 2016.
En un comunicado difundido a través de su cuenta en X, el mandatario calificó los actos del ELN como "crímenes de guerra" y afirmó que sus acciones evidencian la falta de voluntad de paz por parte de este grupo armado. "Han ensangrentado el Catatumbo", expresó Petro, al tiempo que destacó la desesperada solicitud de intervención de organizaciones como las Madres del Catatumbo por la Paz.
El panorama de violencia se intensificó con un comunicado del ELN en el que se declaran objetivos militares a comerciantes, mototaxistas y empresas como Ecopetrol, a quienes señalan de vínculos con las disidencias. La guerrilla justificó los enfrentamientos como una respuesta a lo que consideran una alianza entre actores locales y el comandante de las disidencias conocido como "Richard".
El alto comisionado de paz, Otty Patiño, calificó la decisión de suspender los diálogos como "triste pero necesaria", señalando que los actos del ELN buscan fortalecer su control territorial y financiero en zonas fronterizas.
Un proceso de paz en crisis
El fracaso del cese al fuego bilateral en agosto de 2024 y la incapacidad de las partes para retomar un rumbo claro en la negociación han debilitado un proceso que ya enfrentaba escepticismo. Los analistas señalan que el ELN ha utilizado los diálogos como una oportunidad para consolidar su poder militar y económico, mientras el gobierno Petro ha intentado avanzar en medio de crecientes obstáculos.
La situación en el Catatumbo es un recordatorio de los profundos desafíos de construir la paz en un contexto de fragmentación armada y disputas por corredores estratégicos.