Es terriblemente indignante como se puede percibir la destrucción agresiva y violenta de los valores simbólicos más representativos de la cultura nariñense como lo es el Carnaval de Negros y Blancos. Hecho grotesco y ridículo que se presentó en los desfiles del 3, 4 y 6 de enero del 2025, tanto de los grupos coreográfico, de la Familia Castañeda y el desfile magno de disfraces individuales, comparsas, murgas y carrozas. Cómo es posible que la organización de Corpocarnaval permita el accionar publicitario que de manera brutal, agresiva y denigrante de apertura a la presentación de una de las expresiones más significativas del arte regional.
Es muy importante tener en cuenta, desde los principios estéticos de la representación artística, que la publicidad y las imágenes del consumo, perturban y destruyen de manera violenta los valores simbólicos de la cultura, aniquilan todo su potencial de significancia, obstruyen el poder de la imaginación y por sobre todo el valor espiritual de sus imaginarios míticos, ancestrales, milenarios, que representan nuestra cultura y enaltecen toda la fuerza identitaria de nuestra cultura particular.
Si el mundo contemporáneo está nutrido de inestabilidades, ambivalencias y ambigüedades, es importante posibilitar la interrelación armónica de esas oposiciones, que en este caso giran en torno a las contradicciones entre lo simbólico y económico. Cómo es posible que se priorice de manera grotesca, caótica, banal y ridícula, sin el menor sentido ético, pero sí con la brutalidad antiestética en la presentación torpe y vulgar de su imágenes utilitarias, funcionales, muy eficaces para la difusión del consumo y el afianzamiento de las leyes del mercado. Hecho que penetra de manera impositiva y hegemónica en la conciencia de un público ingenuo que sin conocimiento accede a la manipulación de sus conciencias dirigidas y orientadas solo para exaltar el consumismo: La sociedad del espectáculo y el simulacro en detrimento de los valores subjetivos y de la autonomía individual de los sujetos, sometidos de manera agresiva a las directrices del mercado y convertidos en objetos de consumo. Comprender que el simulacro corrompe el signo, fractura la estructura lingüística entre significante y significado, perturba por completo en valor semántico del lenguaje y la significancia para orientarlo a la ficción y destruir la imaginación y el entendimiento.
En conjunto todos los valores económicos del capital no tienen absolutamente nada que ver con la expresión de los valores espirituales e identitarios de nuestra cultura. Si estamos viviendo este mundo de las contradicciones, que en el caso del Carnaval tienen que ver con los conflictos entre lo simbólico y económico, se hace necesario conjugar estas oposiciones de una manera respetuosa, tolerante y armónica para que en su interrelación de manera ecléctica se llegue a la conformación de nuevos significados en que se priorice la fuerza espiritual de la cultura.
La publicidad como representativa del mercado y lo económico, debe respetar al otro: la “expresión espiritual simbólica, no agredirla ni violentarla. De manera estética pueden incluirse los avisos publicitarios es los espacios pertinentes que, con buen sentido compositivo, al representarse no alteren ni obstruyen los valores simbólicos, sino que por el contrario, se resalten y exalten, priorizando la importancia intrínseca de sus contenidos estéticos.
El Carnaval de Negros y Blancos en estos últimos años ha adquirido un prestigio internacional incalculable, y es supremamente importante salvaguardar su expresión identitaria que es la expresión simbólica más importante del ser nariñense. Valores que Corpocarnaval debe concebir y no permitir que se descuide su responsabilidad y se vislumbre un lado muy oscuro que acecha la fiesta: La terrible amenaza de someterse a las directrices del mercado, constituido en el siniestro factor que preconiza la destrucción del símbolo. Entender como desafío, que los valores del Carnaval y todas sus potencialidades mítico-milenarios al traerlas al presente, orientan la transformación de la cultura contemporánea y como soporte estético configura la creación de una nueva sociedad que, derivada de sus valores y expresiones sirve como ejemplo para oriente los destinos del mundo en beneficio de lo humano como centro.
Orlando Morillo Santacruz
Prof. Facultad de Artes
Universidad de Nariño.