12/01/2025

Opinión | Del superhombre a la supermujer, la redención de la humanidad tras siglos en deuda.

Parte 1. Por Salomé Solarte Niquinás

Para empezar veo necesario introducirnos al paisaje que rodea al creador de cualquier obra, sea escrita, musical, pictórica, cualquiera; tras décadas de cambios constantes y de sucesos impredecibles como lo fue la pandemia, el ambiente creativo ha sufrido esas mismas transformaciones. Considero necesario partir de ahí, de las corrientes actuales que mueven las esferas creativas y de cómo los creadores han mutado para adaptarse a las miles de herramientas que facilitan la proliferación de “contenido”.

La relación entre el título de esta columna y la temática que desarrollo necesita que cada lector se ubique en el plano del mundo mental y pueda entender que el proceso creativo surge de las ideas y estas irrumpen de manera impredecible; en cualquier momento y en cualquier lugar, lo cierto es que para que ello ocurra el creador necesita únicamente de su cerebro y un medio que le permita expresar el producto de su genio. Esos medios, esas herramientas y posibilidades de expresión son muchísimas porque ofrecen canales de difusión/comunicación y eso hace que la información, el contenido, la creación, la música, el libro, la receta etc., llegue actualmente muchísimo más pronto a sus receptores. La magia de las redes sociales, la tecnología y la aparición abrumadora de gurús del marketing que constantemente estamos buscando la manera de generar “impresiones” en el destinatario hace que sea mucho más difícil para las personas, filtrar lo que ven. Yo parto de la certeza personal en mis propios principios, no me guía la moral sino la ética y me ciño a mi necesidad desde el intercambio de lo mutuo, así es como intento no ahogarme en la corriente rápida del consumismo salvaje; pero yo soy mujer y es ahí donde las circunstancias cambian, porque no es lo mismo segmentar por ejemplo, un consumidor masculino (género) a una consumidora femenina (género). Sé que nos han bombardeado con mensajes específicos según la necesidad del mercado por ejemplo según las características de la población a la que pertenecemos, así ha sido y cada vez es más sofisticado. Soy creyente firme de que la naturaleza nos impera y son sus dinámicas como las reglas de la física, una fuerza superior indeleznable e irresistible, ciertamente los filósofos de antaño, los mássensibles poetas y escritores de la historia desarrollaron esto mucho más de lo que yo en pocos párrafos puedo decir. Así que para abstraerlo contemplen esta imagen en sus ideas: a través de las épocas se han generado obras que han impactado a las personas y esos impactos han sido el combustible para el desarrollo social, siendo así que lo subversivo, lo comercial, lo sensible, lo crudo de las necesidades humanas se convirtieron en lenguajes que hacen posible la evolución intelectual de la humanidad. Repito, tengo certeza total del tiempo y el espacio y de las leyes de la naturaleza como gobernantes absolutas que imperan al hombre, la evolución encontrará maneras totales de regularse a sí misma es por eso que veo como los diversos lenguajes de los que hablo en el párrafo anterior son ahora motores que acercan al individuo al objeto de su deseo, paradójicamente jamás lo obtiene, porque siempre cambia aquel objeto aunque ya crea tenerlo, esa es labor del mercado, presentar los objetos de deseo que se nos harán agua entre los dedos por la forma en que se consume; somos como animales de engorde alimentados por una sonda y no es una sorpresa para muchos, lo que sí debemos enterarnos es que el género también ha sufrido esas transformaciones producto de la manipulación humana al lenguaje del deseo. Ser mujer y ponerse a la par del hombre y viceversa ha hecho borrosa la línea del género, la feminidad ha sufrido afectaciones que como toda obra del intelecto humano pasa por las fases del proceso creativo, el masculino también. Aquí quiero ser muy delicada con la imagen conceptual que intento dibujar para ustedes. Por siglos el género dual correspondió a la idea universal de los contrarios, de los opuestos, “todo es dual” y tal cual se tratara de un “big bang” lo “femenino” entró a cuestionarse porque aquello que se marcó como tal, despertó ante la conciencia de su existencia. La existencia de lo femenino se impuso en individuos que jamás se habían cuestionado su imagen y esa es la primera expresión del ser: preguntase su existencia. ¿Qué hace que algo sea de género femenino? No vamos a entrar a responder algo que da para al menos un libro de monólogos; quiero que solo nos remitamos al detalle de que si se cuestiona uno de los pares en una dinámica dual, automática e irremediablemente su opuesto entrará en discusión. Esa orilla es la que ahora se ha hecho borrosa. ¿Cuánto tiempo lleva el masculino dominando la historia social? O mejor dicho ¿Cuándo llegó la humanidad a establecer que el concepto del género solo era dual? Lo digo porque “lo masculino”, si se pone como el albor, el “deber/querer ser” del individuo macho de nuestra especie, le está quedado grande a los mismos hombres, y esa es la duda existencialista en la que no quieren entrar porque el statu quo es mucho más cómodo que el tener que llegar a convenciones sociales (bastante retardadas a mi modo de ver) que permitan la deconstrucción de “lo masculino” sin apegos hipersensibles e irracionales a esas imágenes románticas que les han impuesto históricamente a los varones y que a la larga los ha torturado desde siempre. Yo personalmente en mis comentarios en redes sociales (retomemos la imagen creada en los primeros párrafos) y en mis conversaciones hago constantemente alusión a la decadencia del género masculino y a la pereza mental que los hombres tienen a la hora de evaluar éticamente, no moralmente, a sus congéneres. Si los canales de difusión los cuales producen un nivel de influencia veloz nos permiten “crear” conciencia e inducir a la reflexión, los eslabones de la red se encargan de regar por el mundo las nuevas ideas; cuestionar el miedo (cobardía) de los individuos masculinos al existencialismo irremediable al que no han querido despertar, es una manera muy efectiva de lo femenino de hacer lo que por naturaleza ha hecho desde sus orígenes: regular la concepción/engendramiento y nutrición de la humanidad. A por ello entonces. El resultado final es inevitable, aunque haya resistencia. Nietzsche en el sol de su gloria, la cual no vivió para contemplar, desarrolló uno de los preceptos filosóficos que más han marcado a la humanidad y que aún constituye parte de la malla teórica del idilio masculino, aunque en mi opinión él no se refería al hombre únicamente; justamente ese reclamo al reconocimiento de su propia capacidad es la que ha llevado a que las mujeres se enojen ante la mezquindad intelectual masculina. En ese enojo y presas de su propia ira, calidad que se le ha negado históricamente a la mujer comportar, hay una caída que es necesaria pero que, ante la naturaleza sensible de la mujer, cuesta muchísimo más superar ya que se le ha enseñado al hombre a gestionar su ira y a la mujer no, a ella se le enseñó a reprimirla y a castigarla con vergüenza. El resultado no puede ser más catastrófico: se le ha enseñado al hombre a ser poderoso y portentoso, se le ha condicionado para convertirse en “superhombre” pero no se le enseñó a coexistir con su par supermujer, calidad de superioridad en la mujer por evolución, evolución lograda así sea mediante el trafico subversivo de conocimiento y el despertar al reconocimiento de su propia existencia. Calidad de superioridad no de lo masculino sobre lo femenino o viceversa, sino del individuo sobre sí mismo, el/la que constantemente se supera. Creo que la envidia a lo femenino les avergüenza, los lleva a negarse, compartir similitudes y establecer principios de simbiosis entre hombre y mujer está tardando demasiado tiempo.